El ser humano (como todos los seres) está constituido por y para existir. Lo que nos gusta es existir y sentir que lo hacemos. Existimos de dos formas:
- Expresando lo que somos hacia el exterior
- Conociendo lo que hay en el exterior hacia nosotros (aprendizaje, conociendo lo que nos rodea).
Además de esta doble condición, necesitamos ser conscientes de nosotros mismos en esa existencia. No es suficiente existir, sino que necesitamos ser conscientes de que lo hacemos. Nuestro «yo» tiene que pasar por esa pantalla que se llama conciencia para poder sentir que existe. Esto a su vez lo podemos conseguir por dos vías:
- Por nosotros mismos (desde una mirada psicológica propia).
- Con ayuda o dependiendo de la mirada de otra persona. Esto último se denomina «Objetualidad», que es la tendencia o actitud donde la persona necesita ser el objeto de atención de otra persona con el fin de ser consciente de su propia existencia. En esta actitud objetual se necesita al otro y se espera del otro para que le aporte la sensación de existencia, lo que le producirá tranquilidad, paz y seguridad, entrando en una dependencia emocional. Si no ocurre esta situación, esa falta de reconocimiento psicológico, le producirá ansiedad, angustia, alteración, que es en definitiva el sentimiento de vacío.
De aquí, se deduce que cuando no nos expresamos hacia el exterior, cuando no aprendemos o cuando no somos conscientes de nuestra existencia (por bloqueos o falta de “mirada psicológica” ajena), nuestra mente nos avisa, a través de diferentes señales, lo que son los síntomas psicológicos negativos en el confinamiento: ansiedad, estrés, miedos, enfado, frustración, tristeza o depresión, insomnio, vacío, etc.
El confinamiento está poniendo a la persona en un reto, por la necesidad de cambios en lo que hasta este momento era su forma de existencia. Hay personas que están llevando bien esta reclusión, pero otras están sufriendo este malestar fruto de las circunstancias vividas y, sobre todo, por la forma de ser de cada persona. Estas serían las causas o explicaciones más comunes de este mal estar según la forma de ser de cada uno/a:
- Personas que necesitan tener “todo controlado” pueden generar una búsqueda masiva de información y de datos, para prevenir y anticiparse a lo que pueda venir. Esto puede desembocar en una ansiedad generalizada, llegando a pensamientos obsesivos e incapacidad de evadirse del tema. Esas obsesiones hacen que se olvide de expresar lo que es, generando otras formas de existencia, de hacer otras actividades alternativas y que no aprenda otro tipo de información que no sea respecto al tema.
2. Personas que han buscado siempre una sensación de libertad, de no ser controlados por el exterior, pueden verse con una fuerte pérdida de libertad, lo que le provoca un sentimiento fuerte de “no existir” y de no ser consciente de la propia existencia. Esto puede generar ansiedad y angustia, pero también irritabilidad y fuerte frustración viendo al exterior donde, incluso a la persona que tenemos al lado, puede ser vista como la causa de esa pérdida existencia. En los casos más extremos pueden darse sentimientos de indefensión(estado depresivo), como si no pudiera hacer nada por evitar esa pérdida de libertad.
3. Personas que tienden a echarse la culpa de lo malo que ocurre, tenderán a verse responsables y con miedo a provocar daño a los que les rodean. En estas circunstancias, temen poder contaminar a sus seres queridos, provocar un daño irreparable. Esto les lleva a bloqueos, miedos o inactividad.
4. La otra cara, la de personas que temen ser contaminadas, desde una actitud donde siempre ha habido miedo a padecer alguna enfermedad (hipocondría). Este peligro, que es evidente, genera un mayor miedo y angustia. Parece que a cada paso puede estar en peligro.
5. Personas que necesitan de la mirada del otro para su reconocimiento existencial (objetualidad). Son personas que en la soledad no se sienten existir y pueden llegar a esa sensación de estar anulados, de sentir un fuerte vacío. Son personas que, sobre todo, están pasando el confinamiento solos, por lo que no tienen una “mirada psicológica” que les haga sentirse existir.
Todos estos problemas generan una bajada en la fuerza del yo (sustantividad). Se trata de una sensación de que nos faltara energía y que, además, se unirá a una bajada en la autoestima debido a que el valor de uno mismo y su existencia van de la mano.
Pero como decía al principio, estas dificultades estarán ligados a nuestra forma de ser, en este caso, a nuestras “debilidades”, nuestros “talones de Aquiles”, que en estas circunstancias se agudizan y hace que se nos cuelen miedos y temores. Por lo tanto, puede ser una oportunidad de buscar esas fortalezas que tiene todo ser y que hace superar sus debilidades. Este puede ser uno de los retos, en estos momentos, a nivel personal.