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Quizá uno de los pasos más difíciles de la persona emigrante es la decisión de regreso a su país después de una estancia en el país de acogida. Esa decisión puede ser fruto de diferentes razones:

  • El haber encontrado trabajo en el país de origen lo que le permite volver a reencontrar aquello que dejó en su momento
  • La imposibilidad de establecerse al no haber encontrado un trabajo adecuado a sus necesidades
  • Un acontecimiento vital que entra en conflicto con su permanencia, como la enfermedad de un familiar, la llegada de un hijo,…
  • La sensación d que ha terminado una etapa, que ha llegado a su fin la estancia en el extranjero el fin de una etapa, no viendo sentido permanecer ya más tiempo

En general es el fin de una etapa y el comienzo de otra, que como toda nueva etapa tiene sus incertidumbres y estas incertidumbres se puede convertir en dudas o incluso miedos de cómo será todo a la vuelta de su estancia. Así podemos encontrarnos con diferentes miedos comunes en el emigrante a su regreso:

Vivir entre dos mundos

¿Qué miedos se pueden dar en el emigrante a su regreso?

  • Miedo a que haya cambiado el lugar de origen: que las cosas y las personas  ya no sean como antes, que aquello que dejó ya no esté tal y como lo dejó.
  • Miedo a sentirse fuera del contexto, viéndose como extraño de aquello que en un principio era su lugar de origen, viéndose de nuevo extranjero en su propio país.
  • Miedo a haber cambiado él mismo o ella misma y que no encaje en el lugar de origen
  • Miedo a poder ser juzgado por ese regreso, temiendo ser valorado de forma negativa por su regreso al cual se le puede atribuir un fracaso a los ojos de los demás y de él mismo.

El miedo se produce cuando la persona atribuye a algo exterior un supuesto daño a la existencia de uno mismo, como si fuera haber una reducción existencial o incluso una pérdida total de la existencia. De este modo en general el miedo en el emigrante es a que en el lugar de origen en donde vivió antes de emigrar ya no pueda existir tal y como era, siendo peor su existencia. En este caso, si el emigrante pensara que su existencia iba a ser mejor, no habría ningún miedo, sino que un deseo completo de regresar.

miedo

En el miedo quedamos bloqueados a la expectativa de que suceda o no aquello que tememos

Cada persona puede tener diferentes miedos en su regreso, que conectarán directamente con su forma de ser, con su personalidad, así nos señalarán su talón de Aquiles a la hora de enfrentarse a diferentes circunstancias, en donde el miedo pasa a gobernarle o ser protagonista más que él mismo. Lo que provoca el miedo a algo, es que no nos veamos protagonistas de nuestra propia vida, sino que quedamos bloqueados a la expectativa de que suceda o no aquello a lo que se tiene miedo, es decir, es más importante aquello temido que nosotros mismos.

Para poder superar esos miedos, y volver a ser protagonistas, un aspecto importante es dejar de mirar directamente a aquello temido y verse a uno mismo en esa emoción y preguntarse por el temor, por la razón misma de la emoción.

Pero dejando a un lado la forma más profunda de superar los miedos, podemos plantear diferentes refutaciones a los miedos anteriormente expuestos. La refutación del miedo se basa en pensar de forma lógica para poder desmontar las creencias que nos provocan los miedos (aunque algunas veces ni siquiera la lógica puede neutralizar esos miedos, al estar enterrados en la parte inconsciente).Quizá aquello nos pueda descubrir algo de nosotros mismos, como: la necesidad de ser siempre aceptado por el otro, la imposibilidad de cometer errores, la necesidad de que el otro no tenga diferencias o discrepancias con nosotros, la sensación de que antes de que saliera de mi contexto de origen tampoco encajaba o me veía aceptado, y así todos aquellos aspectos de los que pueden surgir nuestros miedos y que en realidad nos acompañan allá donde vayamos.

  • Ante el miedo al cambio del lugar de origen, después de unos meses de volver, la persona comienza a darse cuenta que en lo esencial no hay cambio, que las cosas siguen su camino de siempre y excepto algunos cambios que suelen ser ausencias de personas, la vida continua en aquel lugar casi igual que cuando partimos.
  • Relacionado con lo anterior, en seguida podremos vernos de nuevo en el contexto, al poco tiempo existiremos de forma parecida a como lo hacíamos antes, incluso nos enfadaremos con nosotros mismos porque repetiremos aquellos aspectos que nos molestaban antes de nuestra partida.
  • El cambio en nosotros mismos puede enriquecer nuestra nueva existencia en el lugar de origen y  puede que en algunos aspectos ya no se encaje pero en otros ese cambio nos ayuda a existir de una forma más plena. Habrá que mirar esos cambios como una evolución que nos ayuda a adaptarnos de nuevo.

En definitiva antes de volver el emigrante puede comenzar a tener dudas de lo que se puede encontrar a su regreso, y esas dudas que se pueden convertir en miedos por no saber bien como es en realidad lo que va a suceder. En este caso muchas veces la ficción de esos miedos supera a la realidad, y a su regreso y después de un tiempo de adaptación de nuevo al lugar de origen, el emigrante podrá terminar  diciendo, “pues no era para tanto”.

Pero queda un miedo no tratado, como es la sensación a un posible fracaso, a ser juzgado de forma negativa por el contexto de origen a su regreso, ese “qué dirán si vuelvo” lo trataremos más detenidamente en el siguiente artículo.

 

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