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Celos. Una breve explicación: El mapa de los celos

Para adentrarnos en una breve explicación de los celos , acudimos a La RAE, en su séptima acepción, define CELO como: “ Sospecha, inquietud y recelo de que la persona amada haya mudado o mude su cariño, poniéndolo en otra.”

Esta definición puede ser el punto de partida para comenzar un esbozo de aquello que comúnmente se llama “Celos” y que toda persona ha pasado o ha sentido en algún momento, en mayor o menor intensidad. Surgen desde el miedo a que otra persona cambie su afectivo hacia una tercera. Puede ser por  la llegada de un nuevo hermano o hermana cuando somos pequeños o en los celos referidos a la pareja, desde esa inquietud de un supuesto cambio de afecto o de peligro del vínculo afectivo que puede ser dirigido a otra persona.

Como la forma de ser de las personas, que son múltiples y diversas, los celos son muy diferentes, según sus razones. Pero para simplificar podemos hablar de dos tipos de celos. Este artículo pretender dar una breve explicación de los celos, ya que se trata de un tema tan complejo dentro de la psicología humana, que sería imposible entrar a nivel profundo, aunque es lo que sería necesario.

CELO como: “ Sospecha, inquietud y recelo de que la persona amada haya mudado o mude su cariño, poniéndolo en otra.”

1. Los celos defensivos irreales

Con la necesidad de prevenir la pérdida o falta de aprecio, valoración, que se basan en un sentimiento de amor irreal o dependiente, pero de amor al fin y al cabo. 

Los celos defensivos se basan en sentimientos o emociones del tipo miedo, inseguridad o incluso angustia y que tendrán como origen creencias irreales en forma de las siguientes proposiciones.

  • Si aprecian más a esta persona soy menos
  • Que miren más a ella que a mí me hace valer menos
  • No soporto que no me haga caso y que haga caso a esa persona

En definitiva estos celos están basados en una dependencia hacia la otra persona y que esta dependencia genera un abanico de creencias, sentimientos, pensamientos, actitudes y en algunos casos acciones, que pueden llevar a formas control o de victimización, que en realidad también es una forma de control. 

El extremo patológico de este proceso podríamos considerarlo el que se refiere a personalidades con rasgos paranoides, en donde emergen creencias delirantes, que alteran y dañan profundamente a la persona, hasta tal punto que se verán víctimas de graves ofensas por la acción, pero sobre todo por la intención, de otras personas, que no se corresponden con la realidad. 

Y por último, dentro de estos tipos de celos, habría que distinguir entre:

  •  Los que se producen en interacción con la ausencia de hechos que se sospechan o se creen, es decir, cuando no hay un referente real y verdadero que pueda generar, junto a la personalidad, estos celos. De este modo, la personalidad más hipersensible (tipo sensitivo) puede tener miedo y sentir esos celos, aunque no esté ocurriendo nada realmente y en el extremo, esa personalidad con rasgos hipersensibles (de tipo paranoide) que no solo puede sospechar sino que lo cree firmemente, procesando información de manera distorsionada
  • Los celos, con hechos o situaciones con referente real y verdadero, que la persona percibe ciertos comportamientos que suscitan en el “recelos”. Estos casos podemos poner el ejemplo de una persona en donde su pareja “juega” a poner celoso o celosa a esta persona, con gestos y comentarios que tienen como objetivo que sienta celos. Esta intención de generar celos a su vez puede proceder de personas con inseguridad y miedo a perder, que de forma irreal creen que así pueden consolidar el vínculo afectivo, pero también personalidades psicopatógenas o de poder, que lo que buscan es el dominio de la otra persona suscitando esos celos, como veremos en el otro tipo de celos, los operantes. 

Origen de los celos defensivos irreales

Los celos suelen surgir en la infancia en donde la necesidad de ser mirado es fundamental en el infante y que se basa en una objetualidad propia de los niños (al haber una dependencia existencial en las figuras adultas). En su proceso de desarrollo irá dejando paso a una mayor sustantividad y auto-fundamentación existencial. Es decir, en la madurez emocional, cuando la persona basa su propia existencia en sí misma y no depende de los demás, la objetualidad desaparece y da paso a la sustantividad, que será un antídoto ante los celos. La propia persona es el rector de su existencia y no necesita de sujetos externos para dar sentido a su vida. 

Pero si la persona no logra esta madurez, la necesidad de lograr valor, atención o incluso admiración de su entorno más cercano hará que en ciertos momentos, cuando se compare con otra persona que si recibe esa mirada psicológica o valor, le supondrá una desvalorización, que al fin y al cabo es una pérdida existencial. Veamos gráficamente cómo se produce esta situación de celos. 

2. Los celos operantes, desde una personalidad de poder.

Estos celos se conciben como forma de dominio y control para la que la persona a la que se quiere dominar tenga miedo de relacionarse, de mostrarse o de expresarse con otras personas que no sea esta personalidad de poder. Las estructuras de poder o personalidad psicopatógenas, como recogen diferentes autores (García, 2014; Murcia, 1997), aparentan cierto amor como son en el primer tipo de celos, pero en verdad ocultan un sentimiento de odio o desprecio hacia la otra persona (hacia las personas en general). Odio, envidia o resentimiento disfrazado de amor.

Estos celos son falsos, con la intención de manipular y controlar. Son invenciones que siguen una estrategia y una planificación, en donde la propia persona sabe que son mentiras, pero que hace creer a la otra persona, haciendo “luz de gas”, y que le servirán para justificar y explicar otros actos como las amenazas, el control, las coacciones, en definitiva, violencia psicológica, pero también la violencia física. 

A su vez, como hemos visto en el primer caso, pueden querer también generar celos, que es otra forma de control, de dominar el sentimiento de la otra persona, con el poder de “poner celoso”. Normalmente estas personalidades jugarán a ambas bandas, expresando fuertes celos, desde aparentes inseguridades, pero a la vez generando celos e inseguridades en la otra persona, que como último golpe de esta locura de los celos, negará cualquier conducta seductora o provocadora, produciendo mayores dudas e inseguridades en su víctima. 

El origen de los celos operantes.

Si en el anterior tipo de celos el origen proviene de una necesidad de ser mirado, admirado o valorado por la otra persona, en este tipo de celos es la personalidad de poder que pretende dominar y controlar por encima de todo. Estas personalidades niegan la voluntad y libertad de las otras personas, creyéndose con el derecho de erradicar cualquier comportamiento o sentimiento que no estén sujetos a ellas mismas. Quieren ser el origen de todo lo que ocurre a su alrededor, quieren sentirse con poder sobre otras personas y como si de una conquista psicológica y sentimental se tratase, los celos son una de las herramientas más poderosas para lograr ese dominio. Aparentar celos, incluso, celos patológicos con fuertes explosiones emocionales (siempre fingidos), son una forma más de dominio en su necesidad de devorar la realidad y de ponerla a su servicio, en este caso aquello que ve como real de la otra persona, su amor o su cariño. 

Estas estructuras de poder, de forma esquemática tienen su origen en dos formas de educación:

  • Por un lado pueden haber sido despreciados, discriminados o incluso maltratados, por las figuras de apego y cuidadores (normalmente progenitores), construyéndose un sentimiento de víctima que en su desarrollo pasará a ser verdugo/a como forma de justicia. Para ello aparentan amor, dedicación o cuidado hacia el otro, como se recoge en el excelente escrito sobre el amor de C.S.Lewis,  “Los cuatro amores”, en donde aparece el relato de “La mujer atareada”. Esa apariencia de amor, en algunas ocasiones es disfrazado de celos e inseguridades amorosas hacia otras personas. 
  •  pero por otro también pueden haber sido educados desde un entrenamiento y sin falta de límites, en donde se enseña a valorar solo lo propio y despreciar lo ajeno. Por cierto, no es tan difícil este tipo de educación en nuestra sociedad, por lo que no será difícil 

El resultado de estas apariencias de amor, de supuestos celos, es que la persona diana de esos celos, comienza a romper relación o contacto con las personas que supuestamente provocan esos celos. Desde un  “No puedo ni verle”, la persona a la que quiere dominar, asume ese sentimiento como real y decide no “provocar” más celos, restringiendo su existencia a los ámbitos que la psicopatógena ha decidido como su zona de dominio. 

BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA

García, C.J. (2018). La gran aventura del Yo. Autoría Medinaceli.

Murc ia, E. (1997). El matriarcado patológico. Madres que agobian amando. Editorial Herder

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Sergio Delgado

Sergio Delgado es Psicólogo General Sanitario, especializado en terapia sistémica y formado en modelos humanistas y cognitivistas. Fundador de Psicología en la red, cuenta con un máster en psicopedagogía clínica por la Universidad de León y en necesidades de la infancia y la adolescencia por la Universidad Autónoma de Madrid.

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