Albert Camus es uno de los escritores Europeos más importantes de la mitad del siglo XX, momento de mayor tensión en la historia, viviendo en primera persona los mayores conflictos hasta este momento declarados, una segunda guerra mundial y más tarde una guerra fría, que dejó al mundo dividido en dos, intentando a lo largo de toda su vida no participar en esa división, en ese conflicto de ideologías, buscando la verdad y la honestidad desde su trabajo como escritor, periodista, ensayista, dramaturgo y también como filósofo, algo en lo que le resultaba difícil verse, pero por lo que se le reconoce, dentro de una corriente en la que tampoco se veía, el existencialismo.
Tanto en su obra “el extranjero”, o en sus ensayos “El mito de Sísifo” o “El hombre Rebelde”, plantea la rebelión contra el absurdo, que no es otra cosa que la rebelión contra cualquier ideología o planteamiento de vida nihilista, de falta de valores o fundamentos en los que basar las acciones (no digo conductas, término acuñado en la psicología conductista porque lo que realiza el ser humano es una acción, la cual es dirigida y basada en sus valores, frente a la conducta que es un término para referirse a algo que “conduce” al ser humano, es decir en este caso es la conducta misma la que conduce al ser humano y no el propio ser humano).
Si comenzamos leyendo “El mito de Sísifo”, con la frase contundente y aplastante de «Sólo existe un problema filosófico realmente serio: el suicidio.», nos daremos cuenta en la reflexión constante sobre en qué basar su vida, hecho que consciente o inconscientemente ejerce toda persona, aunque él lo supo expresar de forma clara y abierta. Todo ser humano necesita unos fundamentos en los que basar su vida, unas creencias en las que apoyar su existencia y en este caso Albert Camus a lo largo de su vida hace una constante búsqueda de esos valores, volviendo al mundo clásico para poder afianzar una postura ante la vida desde la honestidad, la defensa de la libertad y la verdad. Su postura se enfrentó a la ideología comunista a la que en un principio abrazó y que luego abandonó como consecuencia de las atrocidades cometidas por la dictadura Rusa. Se acercará al anarquismo como postura que mantiene la libertad del individuo frente a la masa y a lo colectivo, si bien fue miembro de la Fue miembro de la Féderation Anarchiste, su postura siempre fue alejada de cualquier radicalismo, como se presentó en el conflicto de la independencia Argelina. Alejado de toda violencia se posicionó en contrata tanto del gobierno francés que ejercía una gran represión contra la población argelina (lo que le puso en contra de los nacionalistas franceses) , como alejado de la postura que representaba el Frente de Liberación Nacional, que utilizó las armas como modo de conseguir sus objetivos (a este respecto le alejó también de la extrema izquierda francesa que apoyaba esta forma de lucha. Esta forma de posicionamiento hizo que no encajara ni le encajasen en ningún movimiento político e incluso filosósfico (marcado por la ideología) de la época. Es más, es conocido el enfrentamiento con Sartre que representaba el comunismo burgués más radical y con el que se distanció totalmente cuando la publicación de “El hombre Rebelde”.
Pero dejando aparte su vida pública, su postura política y filosófica, con este artículo pretendo analizar su personalidad a partir de su historia de vida, acción que se realiza en toda psicoterapia, buceando en un pasado para poder comprender el presente y dirigir de forma libre el futuro.
Camus nace en Argelia, en ese momento colonia francesa, en el seno de una familia de origen humilde, marcada por la pérdida de su progenitor, Lucien Camus, cuando apenas tiene un año. Este hecho hace que su madre Catherine se traslade a la casa de la abuela materna de Albert, que vivía en Argel, con su hermano y tío. Dos mujeres, madre y abuela, que ejercerán una gran influencia en la personalidad del escritor.
Fijándonos en las personalidades de los progenitores se puede derivar las características y rasgos que se construyen en la personalidad de los descendientes. Según el trato, según la educación y las personas que conforman los modelos familiares, nos encontraremos con un tipo de personalidad u otra. En este caso nos encontramos con dos figuras femeninas y la ausencia de la figura masculina.
Por una lado la figura que se supone más cercana en la niñez, la madre, se trata de una persona bella físicamente y frágil mentalmente. Marcada con una hipoacusia y problemas graves del lenguaje, su reacción ante la pérdida de su marido, padre de Camus, es la de un total retraimiento, apartándose de los que le rodean, entre ellos, su hijo Albert. Esta personalidad frágil, débil, sensible, es controlada y dominada por su madre, a la que delegará cualquier autoridad y control en su vida, también a su hijo. En este sentido podemos suponer que se trataba de una psicosis, con gran dependencia ante su madre. Cariñosa pero distante desde su salida fuera de la realidad, bella pero ajena, sensible pero fría en momentos importantes de su vida, Camus siempre se sentirá atraído hacia esta figura, con la necesidad de conquistar su amor, al que ve imposible de alcanzar o acceder.
Por otro lado tenemos a su abuela, de nombre Catalina Cardona, que procede de una familia menorquina. Con un carácter frío, duro, inflexible, autoritario con sus hijos y nietos, ejerce un dominio total en la familia . Con sus comentarios sarcásticos e hirientes ataca y avergüenza a su familia, siendo uno de sus blancos el pequeño Camus. Catalina ha visto morir a la gente más cercana, acostumbrándose a la muerte y el sufrimiento con impasividad y pocas veces o ninguna muestra afecto, cariño a sus seres más cercanos. Manda y domina en la casa de Albert, tomando ella todas las decisiones y ejerciendo su autoridad despóticamente. En su último libro considerado autobiográfico “El Primer Hombre”, podemos ver como en ocasiones utiliza el castigo físico con Camus o le hace avergonzarse de su comportamiento de una forma sádica. En este sentido y relacionándolo con la personalidad frágil de la madre, podemos afirmar que se trataba de una personalidad psicopatógena (formadora de patologías). Convivir en la infancia con una personalidad así, y más si es el propio progenitor o progenitora, puede derivar en problemas de personalidad graves. En este sentido Albert Camus parece que pone defensas a esta educación autoritaria y despótica, entre otras cosas, con el desarrollo de formas existenciales evitativas, como es la lectura o la escritura, modos que le alejan de la influencia de su abuela, hecho que no había conseguido su madre. Además, como se puede saber desde la transmisión de los modelos familiares (según la teoría sistémica), en muchos caos el intento de rechazo del patrón o modelo familiar, da origen a la búsqueda de un modelo opuesto. A este respecto, Camus se rebeló ante un modelo autoritario, de cualquier ideología, buscando una libertad que defendía, de igual modo que la verdad.
Respecto a la figura femenina, a lo largo de su vida, buscará mujeres frágiles, a las que poder cuidar, conquistar o salvar, pero a las que también se sentirá atado, con la pérdida de la libertad que trae como consecuencia el hacerse depender respecto a su pareja. . Quien busca a alguien para que dependa de él, a la postre se verá atado, de igual modo que si se es dependiente. Ambos planteamientos en la pareja deja la libertad individual mellada, incluso se culpabilizará al otro de esa pérdida de libertad. Hay una frase que recoge en sus cuadernos en donde se resume este conflicto con la figura femenina: “ Belleza, mi peor preocupación, junto con la libertad”. Pero a su vez puede que vea a las mujeres como posesivas como vinculadoras, tal y como era su abuela, con lo que necesitará romper las relaciones y comenzar otras para sentirse libre. Va de mujer en mujer como aquel Don Juan sobre quién escribe con una postura romántica. Conoce, seduce, se enamora, se aparta y vuelve a empezar. En una de sus cartas a una de las mujeres que ama dice “ Tengo tantos deseos de abrazarte y tantos deseos de apartarme”. En este sentido parece que une la imagen de ambas mujeres en una, entrando en un conflicto que le seguirá toda su vida.
Entre estas dos figuras crece junto a su hermano un Albert Camus solitario, sin un reconocimiento o valoración por las figuras más importantes, creciendo independiente pero temeroso de su abuela y anhelante frente a su madre. Pronto Camus destacará por su inteligencia y capacidad en el colegio, así como su fragilidad física. Aquí aparece una figura masculina que influirá enormemente en su vida, su profesor Louise Germain, que le animará y ayudará para proseguir en sus estudios y al que dedicará su reconocimiento en el discurso del Premio Nobel. Nuestro protagonista de esta revisión two digits game de vida, es de constitución frágil, sensible, enfermizo, “poquita cosa” como diría su maestro, destaca por su saber soportar los castigos y las enfermedades. Inteligente en el colegio logrará seguir estudiando gracias a su esfuerzo y a una beca que le consigue su maestro. Su enfermedad crónica, una especie de asma y problemas respitratorios, le impedía hacer excesos y le hacía sentir la muerte cercana. Quizá por ello soportó y aguantó el dolor, sin perder la serenidad y la paciencia, como el estoico Epicteto que leía a sus 17 años postrado en la cama del hospital.
A pesar de destacar en el colegio, de ser reconocido como buen estudiante, tiene un sentimiento de infravaloración, de no poder creer en sus capacidades intelectuales, con el que crecerá y le acompañará en sus trabajos. A pesar de ser un escritor famoso, de ser reconocido, a él le cuesta mucho reconocerse a sí mismo, como se puede ver con sus propias palabras: “ Escribo tan mal como un secretario de estado y no tengo gran cosa que decir” “ Acabo de releer todo lo que llevo escrito de mi novela. Y me ha repugnado, me ha parecido que era una cosa fallida de arriba abajo”. La degradación constante que vivió en su casa, la repite a lo largo de su vida a pesar incluso de ganar un Premio Novel (esto nos puede hacer reflexionar cuando la persona quiere “limpiar” su identidad con grandes logros o consiguiendo grandes objetivos. Albert Camus a pesar de ganar el premio de mayor reconocimiento para un intelectual, nunca se reconoció como alguien valioso) . Nunca se sentirá satisfecho consigo mismo, pero esa insatisfacción constante, le hace querer superarse en todo lo que hace, en su trabajo como escritor, ensayista, filósofo y como persona, planteando una humildad en su forma de vida que le alejarán de toda pretenciosidad y prepotencia como ocurría en aquellos intelectuales que fueron sus enemigos.
La cercanía a la muerte y su infravaloración producen en él un pesimismo comprometido que recuerda a ese otro escritor que también buscó en los valores clásicos la forma de enfrentarse a la realidad, José Saramago. Sin embargo frente a él, quien pudo vivir una existencia plena y amplia, Albert Camus tuvo la desgracia de morir en un accidente de coche, que puso fin a una vida y obra prometedora y comprometida con la verdad. Mucho se ha especulado que podría haber aportado Albert Camus al final del siglo XX desde su análisis honesto y lógico sobre la realidad, pero eso nunca se podrá saber, lo que si se tiene constancia es de su obra literaria y filosófica que respira sinceridad y compromiso con la realidad, y no con una ideología.
Sergio Delgado es Psicólogo General Sanitario, especializado en terapia sistémica y formado en modelos humanistas y cognitivistas. Fundador de Psicología en la red, cuenta con un máster en psicopedagogía clínica por la Universidad de León y en necesidades de la infancia y la adolescencia por la Universidad Autónoma de Madrid.