El ser humano se realiza a sí mismo, se desarrolla y evoluciona desde el conocimiento de la realidad. La mente adulta sana se caracteriza por la adecuación entre la realidad y las ideas que sobre ésta posee en su mente. Cuanto más fidedigno sea el mapa de realidad que compone su mente, más salud mental tendrá. Para que esto ocurra el ser humano necesita tener una actitud favorable de que la realidad en forma de ideas constituya su mente, es decir, que su mente sea conformado por la realidad. Si la persona posee esta actitud llamaremos al ser humano “verdadero”, ya que sus enunciados y proposiciones sobre la realidad tendrán la intención de ser fieles a lo que existe.
Podemos ayudarnos para definir la verdad volviendo a la que realizó Aristóteles, y que a pesar del tiempo no ha perdido vigencia: “la verdad es la conformidad o adecuación del pensamiento con las cosas” (siendo “las cosas” la realidad); Así, los sinónimos de verdad serían lo correcto, lo adecuado, lo real,…sus antónimos serían: lo incorrecto, lo inadecuado, lo irreal, en definitiva, la mentira.
Si nos fijamos en esta definición, vemos ejemplos y ocasiones en los que la educación recibida no se ajusta a la verdad. Muchas veces se dicen para educar “falsedades”, proposiciones que no concuerdan con la realidad. Una educación que no se base en la verdad, se tendrá que basar por definición en todos estos conceptos contrarios, es decir, será una educación falsa, ficticia, irreal,…Una educación basada en la mentira
Hace poco escuché a un padre decir a su hija que todos los juguetes que estaban en las estanterías de un centro comercial eran de los/as niños/as que se habían portado mal y que los REYES MAGOS no les habían regalado. Dejando aparte el concepto simbólico y social de los Reyes Magos, este padre se basaba en crear un fenómeno falso (basado en otro hecho ficticio) para poder lograr de su hija algo, que en un principio sería portarse bien. Este padre se ayuda de algunas de las características fundamentales que se dan en la infancia a la hora de conocer la realidad: Al niño o la niña le cuesta distinguir entre realidad y ficción por una parte, y por la otra, que tomará aquello que es expresado por sus progenitores como verdadero, sin plantearse o dudar que es un engaño. Muchas veces nos basamos en esa ingenuidad infantil para logar de ellos algo. ¿Es esta la mejor manera de educar y de formar a una persona en su desarrollo?
Para responder a la pregunta, para reflexionar sobre la utilización de la mentira o la ficción en la educación, podemos ver casos concretos, que posiblemente hemos vivido, y que nos ayudan a ponernos en situación sobre qué significa una educación que se ayuda de la mentira:
– Un niño está alborotando en un restaurante (por múltiples causas como que se siente fuera de la atención de los progenitores, por estar aburrido, por estar cansado, por ser un niño inquieto al que le cuesta mantenerse tranquilo en situaciones como la descrita,…). El padre cansado ya de su comportamiento le dice que si no se porta bien va a venir el señor del restaurante y le va a encerrar en la habitación “de los niños malos”.
– El mismo padre del ejemplo sobre los Reyes Magos que utiliza a estas figuras ficticias para que su hija se porte bien: que recoja, que haga los deberes, que no pegue a su hermano,…recordándole constantemente que no le van a traer los juguetes que quiera si su comportamiento es malo.
– Una madre que está esperando en la puerta para que su hijo entre en casa, le asegura que si no entra ya, vendrá el señor que roba niños y se lo llevará.
Pero no solo hay mentiras puntales, sino que también hay engaños sistematizados en donde se educa al infante en un mundo ficticio. Estas irrealidades pueden ser conscientes, cuando el progenitor utiliza el engaño como modo de manipulación, o inconscientes, cuando es el progenitor mismo quien ha creído en estas irrealidades, transmitidas por miembros familiares cercanos, que a su vez transmitirá a su infante. Este último aspecto es lo que en la teoría sistémica se denomina “Mito familiar”, irrealidades familiares tomadas como verdades, que cumplen diferentes funciones, como garantizar la cohesión de la familia o sirven para encubrir una realidad dolorosa. Veamos algunos ejemplos de estas ficciones sistematizadas:
– Un niño cuyos padres se separaron y la madre desde el sentimiento de rencor le repite todos los días lo malo que son los hombres, cómo el género masculino siempre quiere dañar a las mujeres, es decir: Todos los hombres abandonan, manipulan o utilizan a las mujeres en su beneficio.
– Un padre que educa a su hijo en la idea de que en el mundo no hay nadie con buena intención, en que pisas o te pisan, en que hay que quedar siempre por encima sino quieres quedar por debajo, es decir: no te puedes fiar de nadie.
– Una niña que es educada en la creencia de que sus padres cuando sean mayores no van a poder cuidarse, que tendrá que permanecer junto a ellos cuando se hagan mayores para no abandonarles y poder ayudarles, es decir: de mayor nos tendrás que servir.
– Un padre que promete constantemente recompensar a su hija si hace lo que le pide, pero cuando llega la hora de cumplir con lo prometido, expone cualquier excusa o niega tal promesa.
– Unos progenitores que educan a sus hijos en que todo es peligroso, que cualquier cosa es perjudicial, que la mínima cosa, como salir a la calle, acarrea un gran peligro, es decir: el mundo es malo.
– Una madre que a cada uno de sus hijos, en los momentos en que se encuentra a solas, les dice que él o ella es su hijo favorito, a quien más quiere y con el que se siente más unida (este hecho se describe claramente en la película “El príncipe de las mareas”).
Son múltiples los episodios en los que se argumenta falsamente al niño o la niña para lograr lo que queremos, que casi siempre es que “nos haga caso”, que su conducta sea como nosotros queremos (yendo en muchas ocasiones en contra de su voluntad), o bien también cubrir nuestras necesidades o nuestras carencias (ser cuidados de mayores, que los propios hijos e hijas no abandonen el hogar o que sientan el mismo rencor y la misma infelicidad que siente el progenitor y que sea “compañero” de ese rencor).
En todos estos casos se le argumenta al niño desde la ficción, la falsedad esperando que ocurra algo que el progenitor necesita. Vemos que necesidades irresueltas desde los progenitores plantean irrealidades que son tomadas como verdades en los infantes. Estos no se pueden defender como un adulto de la ficción planteada o del engaño al que es sometido.
El niño o la niña es alguien deseoso de aprender, de captar la realidad y por su desarrollo cognitivo no distingue la realidad de la ficción, dando por verdad todo lo que se le presenta, por eso es tan fácil de engañar o manipular. Si nos ponemos en la piel de la niña, cuando se nos presenta algo y además la persona que presenta ese fenómeno es alguien que la cuida y necesita sentirse querida, aceptará sin ninguna duda aquello que se muestra.
Si vemos que el infante “se traga” ese engaño ¿Qué consecuencias puede tener esta educación en la mentira?. Volviendo a casos concretos podríamos determinar lo siguiente
– En el caso del restaurante el niño aprenderá que en realidad no ocurre nada de lo que se le dice (es imposible) con lo que dejará de creer poco a poco en esas amenazas, quitando credibilidad al progenitor, quitando autoridad. Esta pérdida de autoridad posiblemente será respondida con mayor fuerza, con un intento de conseguir de nuevo autoridad, pero esta vez no con otra mentira, sino con agresividad.
– En el caso La niña con los Reyes Magos descubrirá en algún momento el engaño y no solo dejará de creer en cierta forma en su progenitor sino que dudará de la realidad en general, a partir de una ficción. Por otra parte habrá un sentimiento de ridículo o de absurdo. El niño o la niña se sentirá absurdo cuando descubra la verdad. Puede ocurrir también un sentimiento de ira o rencor por haber sido manipulado, mentido,…sentimiento que en muchos casos no podrá expresarlo por temor a se castigado por el progenitor.
– En el caso de la madre que educa a su hijo en la idea de la maldad de los hombres, además de separarle de su progenitor, creará en él niño una identidad acomplejada por ser él mismo hombre, temiendo en cualquier momento hacer daño a las mujeres. Por otra parte (desde una sobregeneralización en su concepción) tendrá problemas de relación tanto con los hombres como con las mujeres, viendo a “ellos” como verdugos y a “ellas” como víctimas.
– Con el niño educado en un mundo hostil, tendrá que estar defendiéndose y atacando constantemente para impedir que se cumpla aquello que su padre le ha enseñado (personalidad paranoide)
– En el caso de la niña que es educada para cuidar a sus padres, no podrá independizarse, tendrá problemas de relación con sus parejas (si es que en algún momento las tiene) y sentirá una gran deuda existencial con sus progenitores (personalidad dependiente).
– En referencia al niño con el que constantemente se incumple lo prometido, se rebelará ante esa incongruencia, defendiéndose de las mentiras con agresividad o aprendiendo a mentir como modo de sobrevivir, ya que es lo que hace su propio progenitor (personalidad en rebeldía).
– En el caso de los hijos que aprenden que todo es peligroso, temerán salir al mundo, y cuando se relacionen con él necesitaran controlarlo o evitarlo (personalidad obsesiva).
– En el caso de la madre que afirma al niño que es su favorito, este sentirá una deuda tanto a su madre como vergüenza ante sus hermanos.
En todos estos casos la mentira repercutirá en el desarrollo del infante, desde un aspecto puntual, como puede ser sentimientos de incredulidad, rencor o vergüenza (sintiéndose absurdo) hasta en la construcción de un sistema de creencias “irreales” que dificultarán la existencia de la persona.
Si nuestro objetivo o nuestra intención en la educación de nuestros hijos e hijas es que se comporte bien, habría que saber que la verdad, que es el ajuste de nuestras ideas a la realidad, es el fundamento en el que tendríamos que basar la existencia del infante. Toda persona sujeta a la realidad se guiará por valores constructivos, justos, honestos y lógicos. Por el contrario, cuando hay en la niña un aprendizaje de desconexión con la realidad, es decir, aprende irrealidades, repercutirá en su desarrollo evolutivo, tanto cognitivo como emocional. En este sentido la inteligencia no sería el mero aprendizaje, sino que se basaría en enfrentarse con las cosas verdaderas, en aprehender las cosas según la realidad. Cuanto más nos rijamos por la verdad en nuestro aprendizaje, más inteligentes seremos, en el sentido de salud mental, de una inteligencia “sana”.
Habrá progenitores que educarán en la falsedad porque ellos mismos no son conscientes de las creencias irreales que tienen en su mente, son las falsedades heredadas en la cultura familiar como explica la teoría sistémica. Pero hay otros progenitores que sí son conscientes de los engaños, ya que diferencian bien la verdad de la falsedad, y utilizan el engaño para la manipulación, es en este caso cuando los problemas en la salud mental de los hijos se hacen más evidentes.
El ministro de propaganda del régimen Nazi, Joseph Goebbels dijo que “una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”. Más bien no se convierte en verdad, sino que se hace creer que es verdad. Lo que si podemos decir es que una mentira dicha a un niño mil veces se constituirá en una irrealidad enclavada en su mente que de adulto hará que actúe desde esa ficción creída. Como plantea Xavier Zubiri[1], el ser humano debe salir al encuentro de la realidad desde el uso de la inteligencia teniendo la verdad como fundamento para ese encuentro. Sin ese fundamento, el ser humano está perdido ante propagandas que prostituyen la verdad y que la utilizan como arma que socava los pilares de su vida.
[1] Xavier Zubiri “El hombre y la verdad”. Alianza Editorial.1966
Sergio Delgado es Psicólogo General Sanitario, especializado en terapia sistémica y formado en modelos humanistas y cognitivistas. Fundador de Psicología en la red, cuenta con un máster en psicopedagogía clínica por la Universidad de León y en necesidades de la infancia y la adolescencia por la Universidad Autónoma de Madrid.