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Introducción

Hoy en día la depresión es uno de los problemas más importantes en nuestra sociedad constituyendo la quinta causa de discapacidad en todo el mundo (Murray & López, 1996). Este trastorno afecta al 10% de la población y con previsión de llegar a ocupar el segundo lugar a partir de 2020.

La descripción clínica de la depresión nos habla de un estado de tristeza y desinterés generalizado, acompañado de un descenso de la actividad y falta de motivación pudiendo llevar, en los casos más graves, a la pérdida de ganas de vivir y al suicidio (Caballo, Salazar, & Carrobles, 2014).

Sin embargo, no debemos ver la depresión como una enfermedad aislada ni como un virus o un patógeno externo que invade nuestro cerebro, sino como una consecuencia de ciertos factores presentes en nuestra vida.

Se hace necesario profundizar en la explicación de lo que es la depresión y sus posibles causas. Para ello, debemos analizar los motivos que llevan a las personas a valorar su vida y su existencia, así como los motivos que les llevan a considerarlas absurdas y sin sentido.

La sociedad actual sufre cada vez más el problema de la depresión. Las condiciones extremadamente cambiantes dificultan la adaptación y a la persona se le hace difícil poder gestionar tanto cambio.

Las soluciones a la depresión pasan por un análisis profundo de nuestra estructura y nuestros patrones desadaptativos para solucionar ciertas problemáticas que subyacen a la depresión.

Sin embargo, en la sociedad parecen imperar los fármacos antidepresivos, los cuales, con las estadísticas en la mano, no parecen haber solucionado el problema a nivel global.

 

¿Qué es el trastorno depresivo?

El manual de la asociación americana DSM-5 diferencia, dentro de los trastornos del estado de ánimo, los trastornos depresivos y trastornos bipolares. Dentro de los primeros, el más común es la depresión mayor.

La característica principal de la depresión mayor reside en la presencia en un periodo de al menos dos semanas de pérdida del interés o el placer por casi todas las actividades de la vida de la persona. Además, pueden acompañar otros síntomas como pérdida o aumento de peso, insomnio, fatiga, sentimientos de inutilidad o culpa, disminución de la capacidad de pensar o incluso pensamientos suicidas (APA, 2013).

Los manuales diagnósticos nos acercan a una descripción sintomatológica de lo que es la depresión. Sin embargo, se hace necesario explorar a nivel intrapersonal lo que estos síntomas significan. Cuando hablamos de ellos, en realidad estamos describiendo un estado de desvitalización o indisponibilidad para el gasto energético cuya consecuencia es la reducción de actividad (García C. J.).

Es decir, la persona deja de gastar energía ya que no es útil para su supervivencia. Esta falta de actividad llevaría al organismo a reducir sustancialmente su vitalidad produciendo la depresión. Pero, ¿cómo es posible que la persona deje de querer invertir en su vida y su existencia?

La persona directamente deja de creer que su vida sea importante, que ella misma sea importante, pasa a considerar que no tiene valor ninguno y lo que es más importante, que existir es absurdo.

 

Vivir va perdiendo todo el valor y deja de realizar toda actividad ya que no le produce satisfacción alguna. Además, se va desactivando poco a poco, produciendo otros síntomas fisiológicos y orgánicos, lo cual produce un empeoramiento de su sistema inmunitario y su salud en general. Si esto no se trata, la persona puede llegar a casos extremos de suicidio.

 

Causas del trastorno depresivo

Existen múltiples visiones acerca de la depresión: desde las más orgánicas basadas en la biología y la genética, hasta visiones más humanistas enfocadas en el desarrollo humano.

Como hemos visto, la depresión es la reducción de actividad existencial. La causa de esta disposición la encontramos en la creencia que le produce a la persona un sentimiento de pérdida de sentido de la vida. Si algo no tiene sentido es absurdo realizarlo, por lo tanto, la disposición sería: “para qué voy a hacer algo si no me sirve de nada”, “la vida por y para mí mismo no tiene sentido”, “no merece la pena seguir existiendo”, “no puedo obtener de la vida lo que yo quiero”.

Como dice Camus (1951): “lo absurdo nace de esa confrontación entre el llamamiento humano y el silencio irrazonable del mundo”. Es decir, que cuando la persona vive según ciertas creencias irreales acerca de sí mismo y del mundo, existirá siempre un conflicto y una posible frustración.

Pero, ¿cómo llega una persona a sentir que la vida es absurda? Para contestar a esta pregunta debemos profundizar en las creencias que conforman el estilo de personalidad de la persona.

Puede haber diferentes personalidades que lleguen a presentar los síntomas depresivos. Para ello, las creencias que la persona tiene con respecto a sí mismo y al mundo generan unas expectativas irreales que presentan gran probabilidad de no cumplirse.

Por ejemplo, una persona dependiente creerá que su existencia es valiosa si logra establecer vínculos y si no consigue este objetivo puede llegar a valorarse de manera muy negativa. Otro ejemplo lo encontramos en una persona con estilo paranoide, con fuertes creencias de que el mundo le puede hacer daño y que no puede defenderse por sí mismo, por ejemplo en una situación donde se arruina o pierde el trabajo. Una persona antisocial puede valorar muy negativamente la pérdida de libertad y de decisión propio, por ejemplo en contextos donde debe adaptarse o cooperar con otras personas. Estas situaciones generarán frustración ya que las expectativas no se verán cumplidas y pueden desembocar en última instancia en una depresión, es decir, en un descenso de la actividad al considerarla ineficaz por considerar que no tienen ninguna ganancia.

Este tipo de valoraciones determinan indisposiciones hacia el gasto de energía o a la realización de tareas, que pueden ser disposiciones pasivas hacia las ejecuciones potenciales o disposiciones negativas hacia tales ejecuciones de actividad y pueden abarcar más o menos áreas de actividad de la vida de la persona aunque tienden a generalizarse a todo el espectro de actividad potencial de la vida de la persona. (García C. J.)

La construcción de tales creencias reside en el proceso evolutivo infantil, durante la crianza. La incorporación de mensajes o ejemplos poco adaptativos, la falta de apoyo y apego seguro durante la primera infancia o la dificultad del niño a realizar el proceso de autonomización pueden influir de manera muy negativa en la construcción de la estructura de personalidad, generando patrones desadaptativos basados en dependencias, antisocialidad, paranoidismo o evitación.

 

La depresión en nuestra sociedad

La depresión es, junto con la ansiedad, el trastorno más común de los que podemos ver en las consultas psicológicas. Y es que el nivel de malestar y deterioro funcional de la persona son elevados cuando uno se encuentra afectado por este cuadro de síntomas.

 

TABLA 1. Causas de discapacidad en el año 2000 y su previsión para 2020 (Murray y López, 1996)

Causas de discapacidad año 2000Causas discapacidad año 2020
1.       Infecciones de tracto respiratorio inferior

2.       VIH/SIDA

3.       Patología perinatal

4.       Diarrea

5.       Depresión mayor unipolar

1.       Cardiopatía isquémica

2.       Depresión mayor unipolar

3.       Accidentes de tráfico

4.       Enfermedad cerebrovascular

5.       EPOC

Como vemos, nuestra sociedad presenta cada vez mayores índices de depresión. Este hecho no es casualidad y requiere de una profunda reflexión. Cada vez las personas están peor adaptadas, encajan peor las pérdidas, tienen menos tolerancia a la frustración y son más inestables.

Como describe Zygmunt Bauman, en la sociedad contemporánea en la que somos más libres que nunca, somos también más impotentes que en ningún otro momento de la historia (La Vanguardia). Este autor describe la una sociedad líquida, que es incapaz de consolidarse en unos hábitos determinados debido a las condiciones cambiantes del mundo. Esto repercute en que los logros no pueden solidificarse en algo duradero y la persona necesita de constante readaptación.

Las condiciones de nuestra sociedad han cambiado, lo que valía a nuestros padres no vale para nosotros y menos para nuestros hijos. Se hace necesario readaptarse y cambiar patrones que antes nos hacían felices y ahora nos generan enfermedades.

 

Tratamiento de la depresión

Como hemos visto anteriormente, se hace muy complicado para las personas de hoy en día poder establecer unos patrones sólidos debido a los rápidos cambios sociales. Por ello, se hace más que nunca imprescindible una buena educación. Debemos inculcar a nuestros hijos valores lo más reales y adaptables al mundo posibles, con un buen apoyo en la primera infancia y con una ayuda en el desarrollo a su autonomización según vayan creciendo.

La importancia de la autonomización reside en que es necesario que el niño aprenda a ajustarse y adaptarse a los cambios por sí mismo. Con ello también se fortalece un buen autoconcepto y autoestima, ya que la persona cree en sí misma y en sus capacidades, presentando menos dependencias y necesidades inmaduras del medio.

Existen muchos tratamientos psicológicos desde diferentes enfoques, donde hay profesionales muy preparados hoy en día para poder ayudar a la persona a entender ciertos pensamientos negativos, actitudes y valoraciones de uno mismo y del entorno, y guiar así hacia la adquisición de un trabajo personal de cambio. Detrás de los síntomas depresivos se esconden otros problemas emocionales sustentados por patrones de creencias poco adaptables a la vida real, como hemos visto en los ejemplos antes expuestos de algunos de los estilos de personalidad disfuncionales.

Por lo tanto, para tratar la depresión debemos hacerlo trabajando sobre las creencias según la personalidad de cada persona que la padezca. Con ello lo que se consigue es “vacunar” a la persona frente a la depresión, consiguiendo guiarse por creencias más estables basadas en la realidad de uno mismo y del mundo: a mayor irrealidad, mayor propensión a la depresión.

Sin embargo, existen otras prácticas que parecen tener cada vez mayor extensión en la sociedad como, por ejemplo, el uso cada vez más masivo de los fármacos antidepresivos. Por ejemplo, España se ha situado entre los 10 países que más antidepresivos consumen en el mundo (Redacción Médica, 2017). No parece que esto haya reducido los casos de depresión que, por el contrario, crecen cada año.

 

TEST DEPRESIÓN

Realiza este sencillo test para averiguar las probabilidades que tienes de sufrir un estado depresivo.

 

[HDquiz quiz = «116»]

 

 

Bibliografía

American Psychiatric Association. (2013). DSM-5. Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5ªed.).

Caballo, V. E., Salazar, I. C., & Carrobles, J. A. (2014). Manual de Psicopatología y trastornos psicológicos. Madrid: Pirámide.

Camus, A. (1951). El mito de sísifo. París: Editions Gallimard.

García, C. (2014). Realidad y Psicología humana. Libro 1: El ser humano y la Realidad. Madrid: Medinaceli.

García, C. J. (s.f.). Las funciones ejecutivas. Las funciones ejecutivas.

La Vanguardia. (s.f.). La Vanguardia Cultura. Obtenido de Modernidad líquida: https://www.lavanguardia.com/cultura/20170109/413213624617/modernidad-liquida-zygmunt-bauman.html

Murray, C., & López, A. (1996). The global burden of disease: a comprehensive assessment os mortality and disability from diseases, injuries, and risk factors in 1990 and projected to 2020. Lancet.

Redacción Médica. (11 de Abril de 2017). Redacción Médica. Obtenido de Psiquiatría: https://www.redaccionmedica.com/secciones/psiquiatria/espana-es-la-decima-potencia-mundial-en-consumo-de-antidepresivos-4230

 

Adrian Jedrzejczak Golabek

Adrián Jedrzejczak es Psicólogo General Sanitario con un grado en Psicología por la UNED y máster en Psicología General Sanitaria por la UDIMA. Posee formación especializada en psicoterapia con enfoque cognitivo-humanista y experiencia en intervención en inteligencia emocional.

Adrian ha trabajado en diversas fundaciones en Madrid y Santander, enfocándose en la salud mental, la adicción y el autismo. Actualmente, ofrece psicoterapia en su consulta privada en Madrid y también presta servicios como psicólogo online para aquellos con dificultades de acceso presencial.

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