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INTRODUCCIÓN

Dos siglos separan del nacimiento de Hume al artículo de Watson, «El manifiesto conductista»,  que fundó los principios del Conductismo, una teoría psicológica que ha devastado todo intento de hacer una psicología  humana, cuyo  modelo está  basado en muchas de las tesis que promulgó Hume. Con este ensayo intentaré dar sentido al origen del conductismo que nació gracias a una psicología acomplejada y a una humanidad más acomplejada para  el uso de la razón y volcada hacia los conocimientos sensitivos o a las creencias religiosas, creencias últimas que  odiaba Hume y por este motivo dirigió su conocimiento al otro extremo, frente a lo que no se puede ver como era la idea de Dios, solo queda lo que se puede ver, igualando fe con razón, como muchas veces ha pasado a lo largo de la historia. Este filósofo para erradicar la idea de Dios como modo de defensa, al haber recibido una educación religiosa opresiva,  de un plumazo también se llevó por delante la ontología. Negó todo aquello que no podía ver, entre ello al ser mismo, su existencia o la mente.

ASOCIACIONISMO DE HUME

Hume nace en 1712 dentro de la corriente filosófica del empirismo inglés, en donde la explicación del conocimiento recae sustancialemente sobre el psicologicismo, devaluando la importancia de la lógica y la ontología, anulando lo que podríamos llamar el valor lógico y la realidad ontológica del conocimiento.

Este filósofo, predecesor de Locke y Berkeley, partirá de las tesis de Locke (la tabla rasa), que basa el origen del pensamiento humano en la idea, no creyendo que haya ideas innatas, sino que provienen de la experiencia. Ese origen es psicológico, desde la sensación (experiencia externa) y la reflexión (experiencia interna), pero nunca hace mención a la razón enclavada en la búsqueda de la verdad o de la realidad. Toda idea tiene origen en estos dos sentidos sensación y reflexión, olivando la razón ( la mente) y a la realidad misma.

Hume reelaborará los términos psicológicos empezados por el empirismo inglés para darles una nueva perspectiva . Llamará “impresiones” a los fenómenos psíquicos actuales (la actulidad), a las vivencias de presentaciones actuales y llamará ideas a los fenómenos psíquicos reproducidos, a las representaciones. Así tendremos impresiones e ideas como fenómenos psíquicos básicos. De las impresiones no hay duda, son lo dado, no plantean ningún problema psicológico ni problema mestafisico alguno, pero las ideas no sabemos bien cual es su origen. Si la idea es simple, como una flor verde, procederá de una impresión, pero ¿qué ocurre con las ideas abstractas como la existencia, la substanacia, el yo, la idea de causa?, ¿de dónde provienen estas ideas?, ¿de qué impresión?. Hume afirma que por mucho que busque de esas ideas no hay impresiones, por lo que es una idea que no tiene referente, es injustificado que a estas ideas le corresponda realidad alguna. Una idea a la cual no se encuentra impresión de donde es oriunda, es una idea que carece por completo de realidad, es ficticia y ha sido mi imaginación la responsable de tal idea. Esto nos puede recordar mucho al modelo cognitivo-conductual actual en donde el concepto de «yo», de sustancia, de razón, conciencia o voluntad no son tratados porque no se pueden ver, medir o tocar.

Así para Hume solo tiene importancia lo que se puede ver, lo observable, lo que “impresiona” a los órganos de los sentidos, concibiendo a las ideas, al pensamiento mismo, como una copia de esas impresiones, es decir, en la elaboración de las ideas no cabría ni razonamiento, ni sujeto que razona, ni presupuestos desde los que razona. Pero no sólo no hay razonamiento, sino que no hay concepto de existencia ni de causalidad, es decir no hay concepto de realidad en último término. Para él la existencia de algo no se puede observar. De ese término abstracto, de “la existencia” no tenemos impresión, con lo que no podemos decir nada de él, no podemos decir que algo existe, como mucho que es blanco, grande….Pero además si no hay ninguna impresión de la existencia de algo, no hay ninguna impresión de mí mismo. Uno no se puede captar, más que una mera percepción. Así pues desde la perspectiva de Hume no habría conciencia de la existencia del otro y no habría conciencia de la existencia de uno, solo habría conciencia de hecho o conductas, de cosas que podemos ver, pensamiento que sigue gobernando la corriente psicológica más extendida actualmente.

Pero estos términos como susbtancia, existencia, yo, causalidad o realidad, son los términos que en un primer término trató la filosofía y que en un segundo término debería haber tratado la psicología desde una perspectiva antropológica pero no fue así, hecho que comenzó con el cambio de criterio comenzado desde el empirismo inglés, siendo afianzado por Hume. Veamos paso a paso lo que hace con cada término metafísico:

  • La substancia: Hume desgaja,  parte en trocitos para poder estudiar cada cosa y en cada “gajo” muestra perfectamente que la idea de la substancia no está originada por ninguna de las impresiones que actualmente percibo. No es tampoco la suma de las impresiones, puede ser que las soporte pero no son ellas, es decir, la idea de substancia no la puedo derivar de ninguna impresión de donde esté fundamentada, es una idea formada por nosotros, por nuestra imaginación. Así que si no tengo constancia de ella no puedo afirmar que sea verdadera, no la tomaré en cuenta.
  • La existencia: Cuando decimos que algo existe podemos hablar de ese algo por las impresiones que recibimos pero no de su existencia, ya que no encontramos impresión alguna de su existencia. Existe el agua, puedo ver que es el agua, pero donde hay una prueba de su existencia ¿dónde hay una impresión de que existe, la impresión de la existencia?. No es tampoco la suma de las impresiones del agua, ni una impresión en particular, luego la idea de la existencia es nueva mente algo creado por nuestra imaginación.
  • El yo. Puedo tener vivencia de lo que siento o quiero, pero no tengo vivencia del yo. Me miro a mí mismo por dentro y encuentro una serie de vivencias, pero ninguna de ellas es el yo. Cada una de las vivencia hace referencia al yo, pero cuando voy a buscar exactamente la vivencia del yo, no hay nada, entonces tengo que concluir que ninguna de las impresiones de mí mismo corresponden a la idea de “yo”; es otra idea ficticia, así parece que hemos añadido caprichosamente la idea del yo todas nuestras vivencias. Así no existe el yo.
  • La causalidad: Como los escépticos griegos, Hume duda de la noción de causalidad. Habitualmente se dice que la causa produce el efecto, pero para Hume ese momento de causalidad no tiene ninguna impresión. Existe A y existe B, pero no existe la impresión por la que A provoque B, por lo que afirma que la causalidad es otra ficción, como el yo, la existencia o la susbstancia.

Es decir, para Hume no tiene sentido hablar de substancia, de existencia, de “Yo” o de causalidad, porque ninguna de estas cosas se pueden percibir, no hay imprensiones de ellas, con lo que no podemos afirmar su existencia. Pero, si no podemos decir nada de ellas, ¿qué son esas ideas abstractas que todo el mundo utiliza y de dónde han surgido?. Para él todas estas nociones o ideas ficticias nacen de “asociaciones”. No son caprichosas, si no que nacen en virtud de asociaciones basadas en semejanza, contigüidad…Se acoplarán en nuestra memoria y se unirán unas a otras. Ese asociacionismo se hace evidente en el conductismo cuando afirma que la causa de una conducta es el refuerzo, por asociación. La  causa de que alguien hable, es por el refuerzo en el habla. Cuando dos hechos se dan juntos en el tiempo se ven como una asociación o una correlación. Esta es una de las maneras más comunes de explicar la causa de algo, la correlación o la asociación de dos hechos, no sólo en el Conductismo sino también en la ciencia actual, sobre todo desde la psiquiatría. Cuando se afirma «el hipotiroidismo se asocia con frecuencia a la depresión» se está diciendo que esa asociación, esa relación de que dos hechos se dan juntos, un hecho se debe a otro, la depresión se debe a que se da en el cuerpo hipotioidismo, dejando al lado las razones de la propia persona, las razones y fundamentos mentales de esa persona, ya que de  la mente ya se encargó el conductismo de erradicarla.

EL CONDUCTISMO DE SKINNER

Como podemos ver, cada término que coge Hume, términos psicológicos, lo va simplificando hasta reducirlo a la nada, es un reduccionismo nihilista, en el que la simplicidad llega a la eliminación de todo. No hay abstracción, no hay razón, no hay origen, ley natural, de lo que la mente contiene debido a su relación con la realidad, en la realidad no hay unos principios que expliquen la existencia de las cosas, sino que hay meras cosas explicadas por meras impresiones de ellas. Las cosas se explican por sentirse pero no por tener una razón ontológica, así que en realidad no hay explicación, sino solo descripción, hecho que lo recoge el DSM (MANUAL DIAGNÓSTICO Y ESTADÍSTICO DE LOS TRASTORNOS MENTALES)  como forma de conocimiento, no habiendo razones o expliaciones sino solo descripciones o criterios diagnósticos como dirían los psiquiatras desde un organicismo descriptivo.

Además de esta visión de la realidad en donde solo existiría lo observable ( aquí señalaría al lector que no hay mejor palabra para hablar de lo observable que la que precede de existencia, concepto negado), en  Hume no habría función de conocimiento, no habría aprehensión de la realidad e incluso no hay realidad como tal, sino mera impresión del objeto externo en los sentidos. Y  de igual modo que para esta elaboración psicológica de “retener la realidad” no hay función de conocimiento en donde la deducción y la inducción no tienen cabida, sino solo la “impresión” , no hay  función de creencia, debido a que  de lo ausente, de lo que no se ve, de lo que no se puede tener constancia directa, nada se puede creer, como el bebe de menos de dos años que piensa que lo que no ve no existe. Así, “La creencia es una idea viva producida por la relación con una impresión presente”. Para él, se cree en la realidad exterior presente (nunca pasada o futura), no por la noción de existencia o substancia, sino porque estoy “habituado a creer”, acostumbrado a creerlo por el hábito (otro de los términos muy utilizados en el conductismo, el de realizar las cosas por hábitos y no por razones, fundamentos o valores), por la asociación de ideas. Sólo se puede conocer y creer en lo observable. Como se puede ver, en Hume está gran parte de la nihilidad epistemológica o de escepticismo metafísico que más tarde defenderá Comte y por último utilizarán Watson y Skinner como fundamentos para su teoría conductista: No hay sujeto cognosciente (yo), no hay objeto que conocer (substancia y existencia), no hay explicación ontológica de los fenómenos (razón) y no realidad en la que creer, solo se puede conocer lo observable por asociación y creer por medio de hábitos. De igual modo solo se podrá realizar una conducta debido a los hábitos y no a razones propias o valores del sujeto.

Lo que se niega tanto en el empirismo como en el conductismo es la mente misma, es la parte oculta del ser humano del que emerge todo lo observable pero que no se puede observar.

Tampoco hay que olvidar que de conductismo surge en una explosión de tecnocracia, en donde la máquina y la tecnología en general se configuran como uno de los pilares fundamentales de la cultura occidental (además del dinero). Se ve a esta tecnología como pilar de existencia en donde lo observable, medible o cuantificable experimenta una fuerte necesidad al ser un sistema mecánico o físico, olvidándose casi por completo del origen y fundamento de esa máquina, que es la mente humana y la razón de creación, que es la realidad. Al final se queda la mente al servicio de la máquina en vez de al revés, en donde lo oculto como es la mente carece de importancia y lo observable como es el instrumento tecnológico cobra una vital importancia.

Así pues estamos muy lejos de haber dejado atrás los fundamentos que dieron origen al conductismo: Falta de conocimiento y creencia en la realidad, sino un conocimiento desde lo sensitivo, lo superfluo y en el otro extremo un conocimiento desde lo religioso o esotérico (negando a la razón o dudando de ella, y basándose en aquello que no se puede observar, ver o captar), unos fundamentos materialista que niegan cualquier ontología, que niegan la importancia del ser, frente al tener o el estar, que es lo único que se puede ver, en donde la persona será más según en lugar que ocupe o lo que tenga, una sociedad que niega los valores, los fundamentos o las creencias ontológicas, que explica la conducta propia por lo que le rodea, lo que está junto a uno, lo que está «asociado» a uno y no por uno mismo y por último una sociedad cada vez más negadora de «el yo», el sí mismo visto como algo malo o sin fundamento, que en realidad no existe, solo existe la masa, el nosotros o lo colectivo, como en el libro de ciencia ficción (o más bien de terror) que escribió Skinner en 1948, «Walden Dos».

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